... se parecía a sus dibujos. El aire, el hálito, en que los envolvía y que les imprimía, era el aire del mundo ideal en el que vivía en la torre de marfil que era su estudio y que le frustraba no encontrar, en general, cuando salía de él. Un mundo con armonía hecho de gentileza, nobleza, buenos modales, deferencia. Sin gritos, pero diciendo las cosas, dialogando. Definiéndole con unas palabras que el poeta ibicenco Marià Villangómez dedica a Cervantes, “era un home de gran noblesa, coratge i atractiu moral”. Mi padre amaba su trabajo, dibujar, y a los personajes que dibujaba con la misma naturalidad con la que amaba a la gente a quien amaba, viva o muerta, y a su país, Catalunya.
Haber conocido a Manuel Cuyàs, para mí es un placer.
Gracias por hacerlo actual.
Con afecto,
Marta"
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